Textos

Un mundo como color y miniatura

J. A. García Martínez, Revista Histonium, abril de 1958, Buenos Aires.

En su generación (los pintores que hoy tienen entre 20 y 30 años), Roberto Aizenberg es quizá el artista de mayor calidad técnica y excelentes medios expresivos. Trabaja con la precisión de los miniaturistas y, como ellos, su interés primordial reside tanto en la perfección y habilidad como en la aplicación de la luz. La muestra que el año pasado realizó en la galería Plástica fue el testimonio de la presencia de un pintor –sólo se lo había visto antes en algunas exhibiciones colectivas- de gran valor no sólo por su calidad sino por el planteo plástico que esa obra comporta.

Lo vacío y lo lleno

Italo Calvino, traducción de Aurora Bernardez del texto para la muestra de Roberto Aizenberg en Galería Il Naviglio, Milán, 1983. Publicado en ARTINF, año 8, Nº46-47, Junio-Julio 1984. Página 9.

Lo vacío y lo lleno decidieron intercambiar sus papeles. Todo lo que era vacío se volvió lleno y todo lo que era lleno, vacío. Las casas se convirtieron en bloques compactos cuyos intersticios vacíos ocupaban el lugar de las paredes interiores y de los cielos rasos, separando habitaciones en forma de cubos sólidos, perforados por cavidades vacías que reproducían las formas de los objetos y de los muebles. Que las puertas y ventanas estuvieran abiertas o cerradas no hacía diferencia alguna, porque el aire de las habitaciones era cemento inmóvil y en cambio las cosas que habitualmente se pueden robar, eran aire.

Roberto Aizenberg: Espacio que es memoria

Osiris Chiérico, Revista ARTINF, año16 Nº83, Primavera 1992.

La memoria de seres, objetos y paisajes que están más allá de este lado de la visibilidad ha sido una recurrencia constante en la obra de Aizenberg, sus ojos hacia fuera. Recuerdo de él una exposición totalizadora, dicho esto más allá del carácter de retrospectiva que se le había dado, quiero decir, en un sentido revelador de un proceso personal: la que se realizó en el Instituto Di Tella a mediados de 1969. A partir de ella muchas cosas pasaron en su obra, de alguna manera prefiguradas en ese conjunto que posibilitaba una participación tan activa en su interioridad, participación prospectiva que se confirmó en sus muestras posteriores, inclusive en lo que anticipó de la última.

Aizenberg: Apuntes

Carlos Barbarito, Muñíz, diciembre de 1998 y febrero de 1999.

La obra de Roberto Aizenberg atraviesa dos períodos diversos de la historia de nuestra pintura: el vanguardismo de los años sesenta y su posterior crisis y agotamiento. Y, sin embargo, como bien anotó el crítico Fermín Fevre, su pintura y su temática son atemporales. Lo que lo llevó a denominarlo un pintor esencialista.